sábado, 25 de agosto de 2012

Clamo a ti desde lo más profundo




“De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo”, Salmo 130:1.
El Salmo 130 pertenece al grupo de los salmos llamados cánticos graduales. Los judíos solían cantar estos himnos cuando subían las colinas que circundaban Jerusalén. Eran salmos de acercamiento al lugar de adoración y de comunión con Dios.
 
En el versículo citado, el salmista exclama: “De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo”. Como él, muchos experimentan situaciones que los llevan a lo más profundo del dolor, del desaliento, de la desesperación, de la calumnia o del olvido. Sin duda, nos gustaría vivir continuamente en las alturas del reconocimiento, pero también tenemos que conocer las profundidades del menosprecio, tanto la cima como la sima. Aunque las profundidades nos asustan, nos estremecen, nos atribulan y nos desconciertan, ahí es donde el alma se eleva en la búsqueda del rostro de Dios.
 
En las profundidades, se experimenta la fe que alcanza las alturas. Cuando vivimos y nos movemos en la profundidad, el alma logra alcanzar las alturas del rostro de Dios, y el espíritu se reclina sobre el corazón de Dios mediante el descanso que produce la fe. Esta clave la hallamos en el salmo escogido: “De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo”. Esto, con toda sencillez, es maravilloso.
 
Aquellos quienes no conocen personalmente a Dios, no pueden experimentar esta hermosa realidad. Pero para aquel que cree y confía en Dios, no existe profundidad que no se pueda vencer por medio del clamor a Dios, ni tampoco hay nada demasiado profundo para poner a Dios fuera de nuestro alcance.
 
El clamor vence al viento, traspasa las nubes oscuras de la tempestad, cruza el espacio y encuentra a Dios sentado en su trono. Desde la cumbre del capítulo ocho de la epístola a los Romanos, Pablo observó todo lo que se había levantado contra su vida, su visión, su ministerio y su carga. Al constatar todo aquello, nos dice con toda certeza: “Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro”, Romanos 8:38,39.
 
Dios está al alcance de nuestro clamor, no importa cuán profundo sea lo que estamos viviendo ahora. El Dios Todopoderoso está atento a nuestro clamor. El profeta Isaías declaró en una ocasión: “¿No eres tú el que secó el mar, las aguas del gran abismo; el que transformó en camino las profundidades del mar para que pasaran los redimidos?”, Isaías 51:10. El Señor todavía tiene el poder de transformar en camino las profundidades, para que los redimidos alcancen la orilla de la victoria sobre sus perseguidores, sus detractores y sus enemigos. ¿Estás en lo profundo? Clama a Dios y Él transformará en camino lo profundo, porque tú eres un redimido. ¿Piensas que no podrás atravesar esta situación? Dios está al alcance de tu clamor y lo profundo no podrá destruirte.
 
En esta hora de oscuridad, en las profundidades, alcemos nuestra mirada hacia Dios. Nuestro clamor subirá cual incienso hasta su trono eterno, el cual podemos alcanzar por medio del nombre poderoso de su Hijo Jesucristo. Al ser sus redimidos y porque nuestra fe está puesta en Él, nuestro Dios puede abrirnos camino en lo profundo.
 
Querido amigo, si no has sido perdonado y redimido por la sangre preciosa de Cristo; si quieres salir de lo profundo del pecado y de la muerte, pídele a Dios que te salve por medio de Jesucristo. Él lo hará y tus pies pasarán por el camino que Él creará para ti en la profundidad.
 
Amado, si te encuentras en lo profundo de la prueba, de la enfermedad o de las dificultades, clama a Jehová para que Él transforme en camino las profundidades del mar turbulento de tu aflicción, y Dios lo hará en breve.
 
Dios les bendiga a todos.

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