sábado, 25 de agosto de 2012

“Dios es el fundamento de nuestro hogar”



Ricardo Chimoy, de 22 años y Elmira Rengifo de 16 decidieron contraer nupcias, sin imaginar que la infidelidad, la violencia y el alcohol destruiría esta unión paulatinamente.
Como suele suceder, los primeros meses de la unión fueron momentos inolvidables, pero conforme avanzaba el tiempo, Ricardo decidió continuar con su vida de soltero. Las fiestas caracterizaban sus fines de semana.
Pero como una cosa lleva a otra, la infidelidad también se hizo un hábito. Situación que obligo a Elmira a regresar a su natal Juanjuí e intentar reconstruir su vida junto a su padre y sus dos hijos.
No todo fue como ella quería. Su progenitor la obligó a regresar a Lima, él le dijo que “no la iba a mantener a ella ni a sus dos nietos”. De esta manera retornó a la capital peruana, con su hogar al borde del colapso.
Elmira decidió darle a su esposo “un poco de su propia medicina” empezó a acudir a reuniones sociales con asiduidad.
Un milagro
No obstante, los planes de Dios empezaban a ejecutarse. Cierto día, mientras Ricardo veía televisión sintonizó Bethel. El predicador empezó a detallarle su vida y los pecados que había cometido. No paso mucho tiempo para que acuda a un templo y le entregue su vida a Cristo.
Sin embargo, una nueva batalla estaba a punto de librarse en la casa de los Chimoy. Elmira no creyó en el cambio de su esposo y continuó asistiendo a cuanta reunión la invitaban, dejando a sus dos hijos con Ricardo.
Fueron cuatro años de intensa oración para que la pareja de Ricardo pueda comprender que sólo Dios tiene la clave para la felicidad. Poco a poco fue asistiendo al templo y conoció más de la Biblia.
Actualmente ambos son una pareja que sirve de ejemplo para su barrio y junto a sus hijos están dispuestos a vivir en santidad, testificando que Cristo cambia hasta el corazón más duro.
 
 Fuente: Movimiento Misionero Mundial

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