viernes, 3 de agosto de 2012

Historias paralelas con un final común: la reconciliación con Dios (testimonio)



Jesusa Sedano Alanya y Georgina Oscco no son parientes lejanas ni amigas, ni conocidas. Sin embargo tienen un común denominador, ambas conocieron la palabra de Dios pero se apartaron.

Jesusa Sedano Alanya nació en Lima y vivió en una familia disfuncional. Con un padre adicto al alcohol y una madre que hacía todo lo posible para llevar el dinero a casa, su impotencia la llevaba a buscar a su esposo en la calle y traerlo de vuelta. Esos cuadros, hicieron que la pequeña Jesusa guardara odio hacia su progenitora. A pesar de todo, su hermano mayor fue invitado a una iglesia cristiana, a la que ella sería también asistió por un tiempo.
Por su parte, Georgina Oscco, nació en Ayacucho y tuvo su primer encuentro con Dios a los seis años cuando una vecina suya la invitó a una “fiesta”, ella creyó encontrar pero la vecina la llevó a una iglesia.
Su madre al enterarse a dónde estaba yendo se opuso rotundamente. A los 13 años de edad fue enviada por sus padres al departamento de Lima para trabajar y estudiar. Pero en la casa donde trabajaba como empleada del hogar, era maltratada. Pasado el tiempo, y ya toda una joven conoce al que sería el amor de su vida, quien le promete casarse con ella y ser felices para el resto de su vida.

Georgina, decidió vivir como a ella le gustaba, pero ante el temor pasar el mismo calvario que sus padres quienes nunca encontraron ser felices, le aseguró a su pareja: “Si algún día me pones la mano encima, puedo hasta echarle querosene a todas tus cosas y las incendio”.
Jesusa, ya una joven llegó a tener un buen empleo, dinero y amistades. Ya apartada de las cosas de Dios, no quiso regresar. Es aquí donde conoció a un joven aparentemente tranquilo.

Ambas llegaron a unirse con sus novios y llegaron a tener hijos. Pero pasado el tiempo, Jesusa se enteró que su esposo le había sido infiel, no encontró mejor salida que incendiar toda la ropa de su esposo, salir y comprar veneno y gaseosa.
Oportunamente, su padre evitó que hiciera tal locura. Jesusa recordó también que en una prédica en la iglesia a donde asistía el pastor dijo que los que se suicidan se van directo al infierno.
Jesusa, dolida por el hecho decidió hacerle la vida imposible a su esposo. Al tiempo, él se enfermó y fue llevado de inmediato al hospital, sin embargo los doctores no le encontraron ningún mal.
Con esto salió la luz, que él había conocido tiempo atrás la palabra de Dios y se había apartado. Los hermanos de la iglesia venían constantemente a orar por él y a predicarle. El esposo de Jesusa se reconcilió con el Señor. Sin embargo, ella no lo podía perdonar e impedía que el congregue.

Reconciliación

En ambas mujeres, la reconciliación se dio de una manera inimaginable. Georgina se encontraba en una fiesta patronal, y de camino a casa se encontró con una antigua amiga suya quien le invitó a la iglesia y le dijo: Esta será la última vez que asistas a estas fiestas. Al aceptar la invitación se quedó muy impactada por la palabra de Dios y decidió dar ese paso de fe, entregando su vida a Jesucristo.
Una noche, Jesusa ya recostada vio que unos espíritus venían sobre ella y casi arrastrándola le decían: “Venimos a llevarte, vámonos”. Ella no sabía qué hacer, pensó que se estaba quedando loca, ya no quería dormir.
Tal fue su desesperación que le dijo a Dios: “Señor si de verdad tienes algo conmigo trae a alguien quien me predique tu palabra y yo me reconciliaré contigo”. Esa misma noche tocaron su puerta, eran los pastores de la iglesia donde su esposo estaba congregando.
Al abrirles la puerta ella cayó de rodillas y les confesó que desde muy joven había conocido el evangelio de Cristo pero que por las cosas del mundo se había apartado.
Llegó el día de reconciliación para ambas, el día de perdón y felicidad para sus vidas y las de sus familias.

Fuente: MovimientoMisionero Mundial

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