martes, 30 de octubre de 2012

“Dios me liberó de las garras del alcohol”

 Emily Cabizas vivía tranquilamente con su familia; sin embargo su vida daría un giro inesperado.
Tenía una madre ejemplar y aunque la figura paternal era ausente, en su casa no faltaba nada, siempre tuvieron lo necesario para vivir. No obstante, al crecer se enteró del verdadero comportamiento de su padre,
El adulterio de su progenitor fue la razón por la que ella decidió irse de casa para luego dedicarse al alcohol.
Emily intento solucionar sus problemas personales con el matrimonio. Es así que contrae nupcias a los 18 años, creyendo que de esta manera lograría la libertad que necesitaba. Paralelamente sus adicciones se incrementaban e incursionando en el consumo de drogas.
El inicio en el alcoholismo
Su vida permanecía llena de supuestos amigos y fiestas, aún sin importarle el cuidado sus dos hijos pequeños, actitud que provocaría que su esposo abandone el hogar.
Tras este suceso, decidió dejar al cuidado de sus hijos a su padre quien también se había separado de su madre.
“Una copita de vino te puede desinhibir” fue el consejo que le dieron las “amigas” para ser feliz y olvidarse de sus problemas. Pero cuanto más tomaba alcohol, al llegar a su casa más se sumergía en una tristeza indescriptible.
“Llegué a colocar un espejo en mi habitación para no sentirme sola cuando bebía”, relató Emily.
 Sus hijos también cayeron en el alcohol. Lamentablemente la mayor de ellos también se refugió en las drogas. “Bebía con mis hijos como si fueran mis amigos”, cuenta la hoy hermana Cabizas.
La pérdida repentina de un familiar hizo que Emily pensará en el suicidio, incrementando sus adicciones, llevándola a inclusive, ingerir alcohol metílico. 
Al pasar el tiempo, creyendo que toda su vida la iba a pasar así, una repentina enfermedad que afectó a su madre permitió que su padre pueda conocer a un cristiano   que les  predicó sus progenitores.
Después de esa visita,  poco a poco su madre recuperaba la salud. Adolfo, al enterarse que aquel hermano había estando intercediendo por su esposa, decidió ir agradecido a la iglesia.
El amor de un padre
Adolfo entendió que solo Dios podría salvar a su hija del alcohol y se entrega a Cristo. Pero cuanto más le hablaba a Emily del poder de Jesús, ella más se burlaba de él.  El alcohol ya la había dejado a sin nada, al venderlo casi todo para comprar más bebidas se quedó solo con un colchón donde dormir.
Emily aseguró que el Señor utilizó a su querido sobrino.  Al encontrarla en su  cama llena de restos de cigarro y botellas de alcohol, le hizo prometer que si lo quería de verdad iba ir al templo durante domingos consecutivos.  Es así como comienza a cumplir su promesa acudiendo a la Casa de Dios. 
Al encontrarse con un ambiente espiritual y escuchar la prédica, sintió que ella vivía un momento sobrenatural. 
Al llegar el cuarto domingo, Emily pensó que esta sería la última vez que pondría un pie en el templo, que todo estaba bien pero que Dios no era para ella.
Aquel domingo bajó del taxi cuando vio al pastor Rodolfo González, ella creyó que no la había visto, pero nuestro pastor volteó y la saludó. Ella quedó sorprendida por el amor y paz con la que el siervo de Dios le estrechó la mano.
Un toque de lo alto
Emily tuvo su primera experiencia con Dios cuando se encontraba trabajando. Un anciano de barba blanca le dijo: “Hijita ya no tomes más, desde ahora predicarás mi palabra”.
 Al abrir sus ojos otra vez y al no encontrar a ese personaje, inmediatamente cuenta lo sucedido a su padre, quien entendió que era Nuestro Creador empezaba a tocar el corazón de su hija. Pero la lucha de Emily con el alcoholismo continuaba.
Un día de convención en el Coliseo Amauta, la Palabra de Dios completó la obra. Frente al altar, Emily sintió  que un gran peso abandonaba su cuerpo y  una luz invadía su ser quebrantándose  ante el Poder Divino.
Ella salió de la convención sintiendo un amor inmenso dentro de sí.  “Quería abrazar a todo el mundo y contarles que Cristo es la solución para todos los problemas”, afirma Emily.
Ese gozo de nuestra hermana Emy no se ha ido, ella se mantiene fiel al Señor, aquel Dios que le devolvió a su esposo, a sus hijos y a su familia. Aún falta que algunos venir al camino a la salvación, pero sabe que  Quién la cambió todo lo puede.

(Relato extraido del programa Testimonio Vivo de Bethel Televisión)

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