martes, 9 de octubre de 2012

“El eje de mi hogar es Cristo”


 No hay nada que emocione más a una madre que el llanto de su hijo al nacer. Ese fue el caso de Ana Arteaga, quien junto a su esposo Víctor Ávalos y a su hija Belén, recibieron con gran júbilo la llegada del pequeño Alberto.
Cuando el niño cumplió los dos años, una noticia compungió el corazón de la familia. Su nuevo integrante sufrió serias convulsiones, situación que obligó a sus padres a internarlo en un centro hospitalario. Aunque el diagnóstico no era definitivo, todo hacía parecer que el mal al cerebro que tenía  era irreversible.
La hermana de Ana es cristiana y le dijo que podía encontrar la cura para su retoño en Jesucristo. A pesar del dolor que vivía, ella supo arrodillarse, mirar al cielo e implorar un milagro al Todopoderoso.
Al poco tiempo decidió acudir al templo del Movimiento Misionero Mundial en Lima. En ese lugar decidió abrir la  Biblia, notó que el pasaje que encontró era el mismo que el pastor Rodolfo González tomó para el mensaje.
Sintió que Dios tenía algo para ella, y sobre todo para su hijo. Tras entregarle su vida, supo que un milagro estaba por llegar.
Después de algunos días fue a recibir los resultados de los múltiples exámenes a los que su niño había sido sometido. “Señora no sé por qué le han solicitado estas pruebas a su hijo, si él no tiene absolutamente nada”, fueron las palabras del galeno que la recibió.
Fue así que la sanidad de Alberto era confirmada por la ciencia. La familia Ávalos-Arteaga entendió que el verdadero poder viene del Cielo.
Actualmente, Alberto tiene 14 años, un coeficiente intelectual superior al promedio y un corazón que vivirá eternamente agradecido al “Médico de Médicos”.

Fuente: Movimiento Misionero Mundial


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