No hay nada que emocione más a una madre
que el llanto de su hijo al nacer. Ese fue el caso de Ana Arteaga,
quien junto a su esposo Víctor Ávalos y a su hija Belén, recibieron con
gran júbilo la llegada del pequeño Alberto.
Cuando el niño cumplió los dos años, una
noticia compungió el corazón de la familia. Su nuevo integrante sufrió
serias convulsiones, situación que obligó a sus padres a internarlo en
un centro hospitalario. Aunque el diagnóstico no era definitivo, todo
hacía parecer que el mal al cerebro que tenía era irreversible.
La hermana de Ana es cristiana y le dijo
que podía encontrar la cura para su retoño en Jesucristo. A pesar del
dolor que vivía, ella supo arrodillarse, mirar al cielo e implorar un
milagro al Todopoderoso.
Al poco tiempo decidió acudir al templo
del Movimiento Misionero Mundial en Lima. En ese lugar decidió abrir la
Biblia, notó que el pasaje que encontró era el mismo que el pastor
Rodolfo González tomó para el mensaje.
Sintió que Dios tenía algo para ella, y sobre todo para su hijo. Tras entregarle su vida, supo que un milagro estaba por llegar.
Después de algunos días fue a recibir
los resultados de los múltiples exámenes a los que su niño había sido
sometido. “Señora no sé por qué le han solicitado estas pruebas a su
hijo, si él no tiene absolutamente nada”, fueron las palabras del galeno
que la recibió.
Fue así que la sanidad de Alberto era
confirmada por la ciencia. La familia Ávalos-Arteaga entendió que el
verdadero poder viene del Cielo.
Actualmente, Alberto tiene 14 años, un
coeficiente intelectual superior al promedio y un corazón que vivirá
eternamente agradecido al “Médico de Médicos”.
Fuente: Movimiento Misionero Mundial
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