viernes, 2 de noviembre de 2012

“Conocer a Cristo fue mi mayor logro”



El  hoy pastor Juan Llenque nunca pensó servir al Señor desde un altar.  Pero su historia no comienza de la noche a la mañana, Dios tuvo que sacarlo de una vida de perdición y angustia, mostrando una vez más su amor y misericordia para con los hombres.
Desde niño, vivió en un buen ambiente familiar, parecía que todo iba por buen camino. Juan fue muy aplicado en el colegio; se dedicaba íntegramente a sus labores estudiantiles, lo que generaba la admiración de sus profesores, familiares y de sus compañeros de salón.
Luego de ingresar a la universidad y gracias a sus estudios superiores desde muy joven  incursionó en su propio negocio. Pero, aunque aparentemente lo tenía todo, sentía que su felicidad no era completa.
Influenciado siempre por los amigos, tuvo una juventud llena de fiestas y aparente diversión. Pero ni bien cesaba la música, el baile y las copas se sumergía en una tristeza profunda, sin entender porqué.
Cercado por la tristeza, pensó que la felicidad se encontraba en el matrimonio, formando así su propio  hogar. Pasado los años y con dos hijos a cuestas, su vida conyugal comenzó a desmoronarse.
Por si mismo intentó encontrar las razones del mal momento que vivía, no solo en el hogar, sino que también en los negocios lo que generaba también inestabilidad económica en casa.
Tal fue su desesperación, que pensó en iniciar una nueva vida con otra familia.  “Pensé que eso solucionaría mis problemas”, relata el ahora pastor Llenque.  Fue así que ya no frecuentaba su casa, empezando una relación paralela.

El día de Dios

Sin embargo, un día en casa se encontró con una gran sorpresa. Tocaron a su puerta un grupo de hermanos procedentes de Chimbote que venían a Lima para la Convención Nacional del Movimiento Misionero Mundial, enviados por su hermano Diego, quien conocía al Señor. La reacción que entonces tuvo Juan fue de rabia, sintiendo que su hogar era invadido.
“Intenté mostrarles (a los hermanos) que todo iba bien en casa, así ellos le hablarían bien a mi hermano”, cuenta nuestro hermano Llenque.
Pero, mayor fue su asombro cuando sintió el amor que irradiaban los cristianos. Juan Llenque aceptó asistir a la convención en donde Dios hablaría a su vida.
Esa noche, entendió que “algo” no estaba andando bien, que de nada le sirvió tener posesiones, dinero, familia, andar en fiestas sino tenia a Cristo en el corazón.
“Al bajar las gradas para pasar al altar y recibir al Señor, sentí algo muy especial, mis cadenas se estaban rompiendo, el Señor estaba haciendo su obra en mi”, testifica el pastor. 
Al recibir a Cristo en su vida, empezó a pedir que esposa también pueda experimentar ese gran gozo que él sentía. Terminando la oración volteo anhelando verla y quedó impactado al  ver a pocos metros de su ubicación a su conyugue quebrantada ante Nuestro Señor Jesucristo. Los dos recibieron al Señor.
Hoy, con sus seis hijos le sirven al Cristo que cambió sus vidas. El reverendo Juan Llenque ahora pastorea la iglesia de La Corporación en el distrito limeño del Agustino y encabeza el área contable de Bethel Telecomunicaciones.

 Fuente: Movimiento Misionero Mundial

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