miércoles, 7 de noviembre de 2012

“Dios nos dio una nueva vida”


 Una esplendorosa boda  no siempre augura un matrimonio feliz. Miguel Argandoña, con solo un año de convivencia  empezó a llevar una vida de fiestas, salidas con amigos, resistiéndose a dejar atrás su soltería.
Mientras tanto, su esposa, Raquel ayudaba a muchas parejas a solucionar sus conflictos maritales mediante la psicología, pero lamentablemente, nunca pudo salvar su hogar.
Tras una fuerte discusión, Raquel no lo soportó más y echó a Miguel de casa, luego de que este llegará a su hogar en completo estado de ebriedad.
Él,  ya no quiso regresar a casa, decidió seguir su vida libertina mientras trabajaba en una mina. Es así que una tarde en el campamento, decidió escuchar una emisora para poder dormir. En el fondo de su ser tenía una angustia que no lo dejaba conseguir el sueño.
Mientras cambiaba el dial escuchó una frase que llamó profundamente su atención. Era un predicador que le decía: “No te das cuenta que necesitas a Dios”. Esa palabra tocó su vida, decidió ir en busca de su familia.
Recurrió a su jefe pidiéndole tres días libres para volver a su casa, este acepto y Miguel enrumbó a casa.
Fue tanta la alegría de Miguel que decidió salir a “festejar” con sus amigos; sin embargo estos nunca contestaron su llamada. Mientras su esposa (quien ya conocía a Cristo), oraba todos los días por él.
Con muchas dudas, Miguel tocó la puerta de su casa esperando reproches. “Cuando mi esposa abrió la puerta vi algo diferentes en ella”, cuenta nuestro hermano Miguel. Es así como ella lo invita a un lugar diferente, un sitio que pronto cambiaría sus vida
El pensaba que saldrían a pasear o  a algún otro lado a “divertirse”,  pero grande fue su sorpresa cuando ingreso a una iglesia.
En medio de la fe se presentan las mayores pruebas
Pasaron cuatro meses y Miguel le entregó su vida a Cristo, el hogar volvió a unirse, pero una prueba final pondría a prueba la fe de la familia Argandoña.
Tras su conversión, Miguel sabía que su pecado traería consecuencias, la vida de libertinaje que había llevado le generaría un problema humanamente insuperable.
Poco después, Raquel salió embarazada y al realizarse un chequeo médico se entero que tenía VIH.
Al confirmar sus sospechas, Miguel sintió vergüenza y decidió caminar solo camino a casa. Pero ni bien salía del hospital, su esposa lo detuvo. “En vez de reprocharme  me dijo que si nuestra hora había llegado, de todas maneras nos iríamos con Cristo”, cuenta entre lagrimas Miguel.
Decidieron buscar la oración de su pastor, en ese entonces, Eugenio Masías, quien les relató que  un hombre en Estados Unidos fue sanado de la misma enfermedad. “Dios puede sanarlos”, les dijo el hombre de Dios. Y así fue, el Todopoderoso lo hizo, ambos fueron sanos.
 Médicos, amigos y familiares no daban crédito a lo que sus ojos veían. Ambos fueron  bendecidos con más hijos y  actualmente pastorean la hermosa iglesia del Movimiento Misionero Mundial en Tarapoto, ganando más almas para Cristo.

Fuente: Impacto Evángelistico

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