lunes, 20 de agosto de 2012

Un canto nuevo


Fama, dinero y poder, Luis Hernández era un ídolo del reggaetón, rodeado de asesinos y narcotraficantes. Oscuro mundo que Dios iluminó un día. Pasó del falso éxito al camino de la verdad.    
Principios de 1998. Un hombre da a conocer por la televisión un canto pe­gajoso y repite una y otra vez que re­presenta al diablo y es uno de los “Jinetes de la muerte”. El tipo, que se hace llamar “BE.BE”, es uno de los iniciadores de la escena reggaetonera de Puerto Rico y está en el ce­nit de su carrera musical. Luego de quince años saborea la fama, el dinero y el poder. Sin embargo, Luis Hernández, aunque luce despreocupado esconde detrás una histo­ria que suena a pesadilla. Mientras vive de espaldas a cualquier credo, carga sobre sus hombros una vida llena de “coqueteos” con la criminalidad, el narcotráfico y la muerte.
 
Luego de seis años, la semblanza de Hernández ya no luce como un mal sueño. Asentado dentro del Movimiento Misione­ro Mundial de Puerto Rico, donde cumple labores evangelizadoras, el ahora hermano Luis se distingue porque su actualidad re­presenta una ilusión convertida en realidad. Y es que esta criatura, que hoy en día viste saco y corbata, pasó de una vida llena de confusión en la industria musical a la tran­quilidad y el sosiego del cristianismo. Un cambio que lo ha convertido en uno de los seguidores de Jesucristo más emblemáticos de la isla del encanto. Una transformación impactante, visiblemente genuina, por la que en este momento su historia se masifica.
 
VACÍO Y FRÍVOLO
 
Ex estrella del reggaetón, Hernández relata desde Puerto Rico lo que él llama la verdad, su “verdad”, con la idea de que su testimo­nio despierte el interés por el Señor en aque­llos que desconocen el amor del Creador. Con voz calmada, pero potente, revela que antes de conocer a Dios su vida fue: “Vacía y frívola. Siempre estuvo marcada por el delito y las fechorías. Existía en medio del lujo, el desenfreno y la perdición gracias a mi condición de artista con influencias en el bajo mundo y a mi popularidad. Me relacio­naba con narcotraficantes y siempre andaba vida corrió peligro más de una vez. Encima amaba el dinero y me controlaba la vanidad y el ego”.
 
Relacionado en su existencia pasada con artista seculares controvertidos como Don Omar, Daddy Yankee o Ivy Queen, extien­de hoy su palabra y recuerda: “crecí en la ciudad de Carolina en un hogar donde los recursos económicos escaseaban y abunda­ban los problemas. Para colmo de males mi padre abandonó a mi familia cuando yo te­nía seis años y mi madre se perturbó tanto que más de una vez atentó contra su propia vida. Luego a la edad de catorce años, cuan­do ya asaltaba y fumaba marihuana, caí pre­so por robar un vehículo a mano armada y pasé algún tiempo en una cárcel para delin­cuentes juveniles de Puerto Rico”.
 
Tiempo más tarde, en plena efervescen­cia de los años noventa, el protagonista de este testimonio se refugió en la música y en uno de los géneros musicales más polémi­cos de la era moderna: el reggaetón. En esos días, donde la humanidad aun no conocía el baile de este gé­nero musical, este joven dejó de llamarse Luis para convertirse en el cantante underground “BE.BE”. Allí se terminó de perfilar el andar zigzagueante de este hom­bre nacido el 12 de diciembre de 1977. “Mi ambición desmedida me llevó a cantar reggaetón con la única idea de alcanzar la ma­yor cantidad de beneficios eco­nómicos y materiales. Entonces tuve éxito y me uní al grupo The Noise, piedra fundacional del reggaetón, y me dejé marear por la nube de la fama”, recuerda.
 
Pero el aturdimiento que vivió Luis Hernández, producto de la conjunción de la notoriedad con la riqueza, fue tal que su mundo se oscureció. En aquella época, además, la sombra de la muerte pasó muy cerca de él a través de una serie de acontecimientos fe­roces y violentos. Actualmente, a la distancia, recapitula aquello: “cuando alcancé la popularidad tuve varios encuentros con la muerte, pro­ducto de malas amistades y mi desenfreno en el mundo del narcotráfico. Así una vez, junto a Héctor “El Father” que hoy también es cristiano, me libré de morir en una bala­cera. Luego, en 1998, al lado de Baby Rasta mi auto recibió mas de sesenta 60 impactos de bala y otra vez fui librado de perecer. Yo ignoraba la misericordia de Dios y pensé en ese momento que todo era producto de mi buena suerte”.
 
EL ENCUENTRO SALVADOR
 
Más adelante, luego de recorrer Centro Amé­rica, Sudamérica y gran parte de Estados Unidos con “The Noise” y editar dos discos como solista, Hernández escuchó una voz, la voz de Dios, que lo sacó de las tinieblas en las que se encontraba atrapado. Todo suce­dió en una noche de inicios del mes de no­viembre del año 2006 cuando en medio de una de tantas discusiones con su mujer es­tuvo a un paso de asesinarla y entonces Luis confiesa que: “tuve una discusión tremenda con mi pareja Taniairí Rivera y la boté de la casa y ella se marchó. De inmediato, comenzaron a venir pensamientos horribles a mi mente y salí armado a buscarla en mi auto con el deseo de matarla a tiros. Fue allí que el Señor se presentó en mi vida. En medio de mi altercado sintonicé una radio cris­tiana y comencé a escucharla. Oí una alabanza sobre el perdón y Jesús tocó mi corazón. Luego, formalmente el 5 de noviembre de 2006, le entregué mi vida al Padre Eterno”.
 
Una vez rendido a los pies de Dios, e impresionado por su autoridad, “BE.BE” dejó de ser “BE.BE” y pasó a ser a secas el hermano Luis Hernández. Luego, secundado por su esposa, se unió al Movimiento Misionero Mundial y dedicó sus días a estu­diar la Palabra de Dios. Según él este proceso fue: “maravilloso. Reencaminé mi historia y me alejé de toda esa inmundicia en la que estuve metido. Gracias a la misericordia de Jesucristo corté todo vínculo con el entorno de delincuentes y narcotraficantes en el que me solía mover. Al leer las Escrituras me per­caté que el Todopoderoso siempre me guar­dó y me protegió. Ahora cuando converso de esa etapa y de lo que el Señor nos libró con mi hermano en Cristo, Héctor Delgado, conocido alguna vez como “El Father”, me regocijo del amor eterno del Salvador”.
 
Hoy, tras perseverar en su fe cristiana, el personaje de esta historia pasa sus días difundiendo la doctrina evangélica y ofrece conferencias sobre el lado satánico de la mú­sica moderna. Transformado en una criatu­ra renovada, sin espacio para regresar a los escenarios pese a las múltiples ofertas que le han llovido en los últimos cinco años, Luis Hernández va de un lado a otro Desenmas­carando a Satanás en la música e impulsa una radio cristiana virtual llamada “Fuente de Santidad.com”. Desde las Antillas Mayo­res, en compañía de su esposa y de su peque­ña hija Ihanis Sofía, habla claro y repite una y otra vez su mensaje: “yo pensaba que el di­nero y la fama lo eran todo. Ahora sé que lo único importante en la vida es nuestro Señor Jesucristo. A Él le debo toda mi vida”.

Fuente: Impacto Evangélistico

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