El temor del Señor conlleva muchas bendiciones y beneficios. El Salmo
111:10 nos dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;
buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos. Su
loor permanece para siempre”. Y Proverbios 1:7 se declara: “El principio
de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la
sabiduría y la enseñanza”. Por lo que podemos ver que tanto la sabiduría
como el conocimiento comienzan con el temor del Señor.
Más aún, en Proverbios 19:23 leemos: “El temor de Jehová es para vida, y
con él vivirá lleno de reposo el hombre; no será visitado del mal”. Y
de nuevo en Proverbios 14:27 nos dice: “El temor de Jehová es manantial
de vida, para apartarse de los lazos de la muerte”. Y Proverbios 14:26
declara: “En el temor de Jehová está la fuerte confianza, y esperanza
tendrán sus hijos”. En estos versos vemos que el temor del Señor
proporciona vida, seguridad para tus hijos, protección del mal,
confianza y satisfacción.
Por todo esto, se puede ver que el temor del Señor debe ser fomentado.
Sin embargo, el segundo tipo de temor mencionado en la Biblia no es
beneficioso y debe ser no solo disuadido, sino derrotado. Este es el
“espíritu de cobardía” mencionado en 2 Timoteo 1:7 donde dice: “Porque
no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio”. Así que podemos ver desde el principio que este
“espíritu de temor” no viene de Dios.
Sin embargo, algunas veces estamos temerosos, algunas veces este
“espíritu de temor” nos vence, y para vencer este temor necesitamos
confiar en y amar a Dios totalmente. 1 Juan 4:18 nos dice: “En el amor
no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el
temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido
perfeccionado en el amor”. Sin embargo, nadie es perfecto, y Dios lo
sabe. Así que Él ha esparcido generosamente ánimo contra el temor a
través de la Biblia. Comenzando desde el libro del Génesis y continuando
a través de toda la Biblia hasta el libro de Apocalipsis, Dios nos
dice: “No temas”.
Por ejemplo, Isaías 41:10 nos anima, leemos: “No temas, porque yo estoy
contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te
ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Y de
nuevo en Daniel 10:12, el ángel del Señor anima a Daniel: “Entonces me
dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu
corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron
oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido”. Y en el
Nuevo Testamento, Jesús dice, “Así que, no temáis; más valéis vosotros
que muchos pajarillos” (Mateo 10:31). Tan solo estos pocos versos,
cubren muchos diferentes tipos de temor. Dios nos dice que no temamos
estar solos, o estar demasiado débiles, o no ser escuchados, y no temer
por nuestras necesidades físicas. Y estas exhortaciones continúan a
través de la Biblia, cubriendo muchos diferentes aspectos del “espíritu
de temor”.
Sin embargo, estos “no temas” dependen de nuestra habilidad para poner
nuestra confianza y fe en el Señor. En el Salmo 56:11, el salmista
escribe: “En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?”
Este es un asombroso testimonio del poder de confiar en Dios. Lo que el
salmista está diciendo es que, a pesar de lo que suceda, él confiará en
Dios. Entonces, la total y completa confianza en Dios, es la clave para
vencer el temor.
Confiar en Dios es rehusarse a ceder ante el temor. Es acudir a Dios
aún en los tiempos más oscuros y confiar en que Él arregle las cosas.
Esta confianza procede de conocer a Dios y saber que Él es un Dios
bueno, quien solo quiere dar a Sus hijos cosas buenas. Es como dijo Job,
cuando estaba experimentando unas de las pruebas más difíciles
registradas en la Biblia, leemos: “He aquí, aunque él me matare, en Él
esperaré” (Job 13:15).
Una vez que hayamos aprendido a poner nuestra confianza en Dios, ya no
tendremos temor de las cosas que vengan contra nosotros. Seremos como el
salmista y, “…alégrense todos los que en ti confían. Den voces de
júbilo para siempre, porque tú los defiendes. En ti se regocijen los que
aman tu nombre” (Salmo 5:11).
La Biblia tiene mucho que decir acerca del temor. De hecho menciona dos
tipos específicos de temor. El primer tipo es beneficioso y debe ser
fomentado. El segundo tipo es un detrimento y no solo debe ser disuadido
sino conquistado. El primer tipo de temor es el temor del Señor. Este
tipo de temor no es necesariamente miedo que signifique estar temeroso
de algo. Más bien es una impresionante reverencia por Dios; una
reverencia por Su poder y gloria. Sin embargo, también es un apropiado
respeto por Su ira y enojo. En otras palabras, es un reconocimiento de
todo lo que es Dios, lo cual viene a través de conocerlo a Él y todos
Sus atributos.
El temor del Señor conlleva muchas bendiciones y beneficios. El Salmo
111:10 nos dice: “El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;
buen entendimiento tienen todos los que practican sus mandamientos. Su
loor permanece para siempre”. Y Proverbios 1:7 se declara: “El principio
de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la
sabiduría y la enseñanza”. Por lo que podemos ver que tanto la sabiduría
como el conocimiento comienzan con el temor del Señor.
Más aún, en Proverbios 19:23 leemos: “El temor de Jehová es para vida, y
con él vivirá lleno de reposo el hombre; no será visitado del mal”. Y
de nuevo en Proverbios 14:27 nos dice: “El temor de Jehová es manantial
de vida, para apartarse de los lazos de la muerte”. Y Proverbios 14:26
declara: “En el temor de Jehová está la fuerte confianza, y esperanza
tendrán sus hijos”. En estos versos vemos que el temor del Señor
proporciona vida, seguridad para tus hijos, protección del mal,
confianza y satisfacción.
Por todo esto, se puede ver que el temor del Señor debe ser fomentado.
Sin embargo, el segundo tipo de temor mencionado en la Biblia no es
beneficioso y debe ser no solo disuadido, sino derrotado. Este es el
“espíritu de cobardía” mencionado en 2 Timoteo 1:7 donde dice: “Porque
no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de
dominio propio”. Así que podemos ver desde el principio que este
“espíritu de temor” no viene de Dios.
Sin embargo, algunas veces estamos temerosos, algunas veces este
“espíritu de temor” nos vence, y para vencer este temor necesitamos
confiar en y amar a Dios totalmente. 1 Juan 4:18 nos dice: “En el amor
no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el
temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido
perfeccionado en el amor”. Sin embargo, nadie es perfecto, y Dios lo
sabe. Así que Él ha esparcido generosamente ánimo contra el temor a
través de la Biblia. Comenzando desde el libro del Génesis y continuando
a través de toda la Biblia hasta el libro de Apocalipsis, Dios nos
dice: “No temas”.
Por ejemplo, Isaías 41:10 nos anima, leemos: “No temas, porque yo estoy
contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te
ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. Y de
nuevo en Daniel 10:12, el ángel del Señor anima a Daniel: “Entonces me
dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu
corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron
oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido”. Y en el
Nuevo Testamento, Jesús dice, “Así que, no temáis; más valéis vosotros
que muchos pajarillos” (Mateo 10:31). Tan solo estos pocos versos,
cubren muchos diferentes tipos de temor. Dios nos dice que no temamos
estar solos, o estar demasiado débiles, o no ser escuchados, y no temer
por nuestras necesidades físicas. Y estas exhortaciones continúan a
través de la Biblia, cubriendo muchos diferentes aspectos del “espíritu
de temor”.
Sin embargo, estos “no temas” dependen de nuestra habilidad para poner
nuestra confianza y fe en el Señor. En el Salmo 56:11, el salmista
escribe: “En Dios he confiado; no temeré; ¿Qué puede hacerme el hombre?”
Este es un asombroso testimonio del poder de confiar en Dios. Lo que el
salmista está diciendo es que, a pesar de lo que suceda, él confiará en
Dios. Entonces, la total y completa confianza en Dios, es la clave para
vencer el temor.
Confiar en Dios es rehusarse a ceder ante el temor. Es acudir a Dios
aún en los tiempos más oscuros y confiar en que Él arregle las cosas.
Esta confianza procede de conocer a Dios y saber que Él es un Dios
bueno, quien solo quiere dar a Sus hijos cosas buenas. Es como dijo Job,
cuando estaba experimentando unas de las pruebas más difíciles
registradas en la Biblia, leemos: “He aquí, aunque él me matare, en Él
esperaré” (Job 13:15).
Una vez que hayamos aprendido a poner nuestra confianza en Dios, ya no
tendremos temor de las cosas que vengan contra nosotros. Seremos como el
salmista y, “…alégrense todos los que en ti confían. Den voces de
júbilo para siempre, porque tú los defiendes. En ti se regocijen los que
aman tu nombre” (Salmo 5:11).
Fuente: Impacto Evángelistico