Pescador desde muy niño, Efraín Zúñiga
nació y vivió la mayor parte de su vida en el departamento de Ancash
(Chimbote) llegando a ser un experto pescador.
Fueron muchas las denominaciones a las
que asistió, tratando de encontrar una verdadera paz y verdad, sin darse
que solo en Jesucristo y en su Palabra encontraría el descanso
espiritual que tanta anhelaba.
Ya en edad adulta se casó y llegó a
tener cuatro hijos. Su familia se mudó al departamento de Lima. Mientras
tanto, Efraín, amante de la pesca, continuó trabajando muchos puertos
porque su gran experiencia le permitió abrirse puertas y superarse
económicamente.
En medio de la bonanza, una llamada
telefónica entristeció profundamente su corazón, era su esposa quien le
anunciaba que el pastor de la iglesia donde asistían había caído en
adulterio.
Muy decepcionado prohibió a su familia asistir otra vez a esa iglesia
y comenzó en la gran búsqueda de una nueva denominación a dónde
congregar.
Efraín amaba a Dios, y para no dañar a
su familia comenzó a realizar pequeños servicios en casa, alimentándose
el mismo con la palabra de Dios por cinco meses.
Para ello, su hermano José Zúñiga había
escuchado por un emisora cristiana a un predicador llamado Rodolfo
González Cruz. José nunca había escuchado una predica igual, era
diferente y de inmediato llamó a su hermano Efraín para decirle que
había un pastor que predicaba conforme a la Biblia, como a él le
gustaba.
La invitación llegó a Efraín, quien
animado por su hermano no dudo en asistir con toda su familia. En su
primera visita se dio cuenta de la mala condición en la que vivía y sin
resistirse a Dios pasó al altar y se reconcilió con el Señor.
En el altar sintió la mano del pastor
sobre su cabeza que oraba por él, y a su vez la presencia de Dios que
hacía la obra en su vida. Una experiencia inolvidable, la misma que le
sirve para mantenerse hasta el día de hoy.
Luchó duramente con el Señor por que no
quería dejar la pesca, pero Dios lo estaba llamando para un baluarte de
su obra, en donde hasta el día de hoy labora incansablemente.
Fuente: Movimiento Misionero Mundial
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