martes, 6 de noviembre de 2012

“Cristo siempre llega a tiempo”

 Juan Carlos Arenas vivió su niñez y adolescencia  en el Centro de Lima, fue miembro de una familia de 5 hermanos. 
El mal ejemplo de su padre, quien había caído en la droga, hizo que el crea que la vida en pareja solo traería complicaciones a su existencia. “Llegue a la conclusión que no era necesario casarse  y que mejor era vivir con una mujer y luego otra y otra”, narra nuestro hermano.
Sin embargo, el oasis en su vida era su abuela, la amaba mucho, constantemente la visitaba. Juan Carlos asegura que ella fue quien lo motivó a alejarse  de las malas compañías que intentaban llevarlo por malos caminos.
 El tiempo de Dios
A los 18 años de edad, se vio en la necesidad de trabajar, llegando a laborar en la empresa de un cristiano evangélico. Su jefe le predicaba la palabra de Dios, dándole citas bíblicas para que el joven Juan Carlos las pudiera leer en su casa.
El protagonista de este testimonio siempre se aferraba a sus creencias, pensando que “cambiar de religión” no era para él. “Yo tengo mi religión”, era la respuesta que Juan Carlos le daba a su jefe, quien solo quería presentarle la verdad del evangelio.
Sin embargo, al verificar que  lo que le decía el hermano era verdad, notó que en realidad no tenía a Dios en su corazón, advertía que su vida no tenía sentido.
Después de un año, llegó a la iglesia central del Movimiento Misionero Mundial, donde según cuenta “no sintió nada”, pero un inesperado anhelo de volver a ese templo empezó a surgir en su ser.
Al poco tiempo, en su segunda visita, luego del mensaje, decidió pasar al altar, donde le dijo a Dios: “Si tú existes cámbiame” y el Todopoderoso hizo la obra. “Me sentía el hombre más ligero del mundo, corría y lloraba agradecido”, relata emocionado.
Juan Carlos Arenas se dio cuenta que el Señor había hecho algo en él porque tras algunos días los improperios que salían de sus labios habían cesado  y  su mal comportamiento cambiaba de manera milagrosa. “Ya no me atraían las cosas del mundo, el Señor Jesús empezó a ocupar el primer lugar en mi corazón”, manifiesta.
Con el tiempo, Dios le permitió conocer a la que ahora es su esposa, la hermana Evelyn Jirón con la que tiene 4 hijos, que todos los días le alegran la vida.
Ahora, a los 30 años  puede decir: “Todo lo que tengo se lo debo a Dios, Cristo me ha cambiado, me ha bendecido, y ha prosperado a mi familia”.

Fuente: Movimiento Misionero Mundial

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